domingo, 17 de mayo de 2009

wokaeuskadi09 - Investigadorxs locales

Queremos salir cuanto antes de la crisis, y hacerlo con mejor preparación para superar los cambios que vivimos. ¿Qué medidas concretas propones para encarar esta transformación?


Los momentos de crisis deben ser momentos de oportunidad, como me decia un buen amigo en nuestro Carola's club..."podemos llorar o vender clinex (esta es nuestra elección)". Nuestro sistema de producción y consumo deja mucho que desear en terminos de sostenibilidad ambiental, porque esta demostrado que tampoco son sostenibles economicamente hablando (a los hechos actuales me remito).

Tenemos la gran oportunidad, de migrar, saltar, evolucionar, cambiar....lo que haya que cambiar para vivir con un nuevo modelo de desarrollo. El capitalismo tal como habia sido entendido hasta ahora NO sirve, nos ha llevado hasta la gran crisis en la que estamos inmersos. Su espiral diabólica de cuanto más mejor, nos ha llevado a cuotas de insatisfacción, desigualdades e ineficiencias nunca vistas...a cuenta de dejar "forrados" de euros los bolsillos de unos pocos.

Es hora de despertar! de analizar el sentido de nuestro modelo de desarrollo, de sus implicaciones sociales y ambientales no solo aqui y ahora, sino también allí y en el futuro. Esto no es facil, pero la actualidad manda, cuestionarnos ciertas cosas nos habría costado casi la vida hace un tiempo, por contra hoy cualquier solución es digna de análisis. Pero Ojo! porque los mismos que nos han metido en este lio, nos proponen soluciones milagro que no valen...Cuidado, porque NO TODO VALE.

Ya no, no es tiempo de ayudar a los banqueros con el dinero de todos, no es tiempo de mantener nuestro desarrollo económico en base a la venta de coches (p.e. El gobierno sueco ya avanzó a Saab que no contase con su ayuda porque el modelo de desarrollo de Suecia no pasaba por vender más coches!!!), no es tiempo de inyectar dinero al hormingon y la carretera. Necesitamos una apuesta más fuerte, un punto de inflexión que nos situe con los mejor preparados, no para salir de esta crisis sino para no entrar o sufrir tanto en la siguiente.

Innovación, educación, sostenibilidad, energías verdes, desmaterialización, conocimiento, cultura, arte, personas,...estas son las claves. Entre todos seguro que podemos, pero no podemos solucionar algo que ha ido mal sin cambiar la forma de pensar que lo ha generado (Einstein).

Aqui lanzo mi humilde aportación en forma de medida concreta:

"propongo la supresión de las ayudas directas a la compra de automóviles y
destinar ese capital a apoyar el trabajo y la incorporación a nuestras
empresas e instituciones de todo ese conjunto de investigadores locales en situación precaria
. Si, si, Investigadores locales, no quiere solo
grandes -gurus- que nos prometen años de gloría. Quiero dar un futuro a todas
esas personas que se han "currado" un doctorado, que se han preparado y movido, que han peleado por investigar aquí, en su país y que son "explotados" y desaprovechados por un entramado economico-social ineficiente y que prefiere mirar para otro lado. Pero no nos confundamos, se lo debemos a ellos y a ellas pero sobre todo a nosotros y nosotras, porque estas personas estan deseando poder aportar sus investigaciones en favor de una euskadi mejor, más moderna, más sostenible, pero desde el trabajo con contratos, con seguros sociales, con dignidad. En el camino nos encontraremos, buena suerte!

jueves, 26 de marzo de 2009

En defensa del decrecimiento

Carlos Taibo Profesor de ciencia política UAM y colaborador de Bakeaz
Diario El Correo 12/03/2009
La visión dominante en las sociedades opulentas sugiere que el crecimiento económico es la panacea que resuelve todos los males. A su amparo -se nos dice- la cohesión social se asienta, los servicios públicos se mantienen y el desempleo y la desigualdad no ganan terreno. Sobran las razones para recelar, sin embargo, de todo lo anterior. El crecimiento económico no genera -o no necesariamente- cohesión social, provoca agresiones medioambientales en muchos casos irreversibles, propicia el agotamiento de recursos escasos que no estarán a disposición de las generaciones venideras y, en fin, permite el triunfo de un modo de vida esclavo que invita a pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos y, sobre todo, más bienes acertemos a consumir.
Frente a ello son muchas las razones para contestar el progreso, más aparente que real, que han protagonizado nuestras sociedades durante decenios. Piénsese que en EE UU, donde la renta per cápita se ha triplicado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, desde 1960 se reduce, sin embargo, el porcentaje de ciudadanos que declaran sentirse satisfechos. En 2005 un 49% de los norteamericanos estimaba que la felicidad se hallaba en retroceso, frente a un 26% que consideraba lo contrario. Muchos expertos concluyen, en suma, que el incremento en la esperanza de vida al nacer registrado en los últimos decenios bien puede estar tocando a su fin en un escenario lastrado por la obesidad, el estrés, la aparición de nuevas enfermedades y la contaminación.
Así las cosas, en los países ricos hay que reducir la producción y el consumo porque vivimos por encima de nuestras posibilidades, porque es urgente cortar emisiones que dañan peligrosamente el medio y porque empiezan a faltar materias primas vitales. Por detrás de esos imperativos despunta un problema central: el de los límites medioambientales y de recursos del planeta. Si es evidente que, en caso de que un individuo extraiga de su capital, y no de sus ingresos, la mayoría de los recursos que emplea, ello conducirá a la quiebra, parece sorprendente que no se emplee el mismo razonamiento a la hora de sopesar lo que las sociedades occidentales están haciendo con los recursos naturales. Para calibrar la hondura del problema, el mejor indicador es la huella ecológica, que mide la superficie del planeta, terrestre como marítima, que precisamos para mantener las actividades económicas. Si en 2004 esa huella lo era de 1,25 planetas Tierra, según muchos pronósticos alcanzará dos tierras -si ello es imaginable- en 2050. La huella ecológica igualó la biocapacidad del planeta en torno a 1980, y se ha triplicado entre 1960 y 2003.
A buen seguro que no es suficiente, claro, con acometer reducciones en los niveles de producción y de consumo. Es preciso reorganizar nuestras sociedades sobre la base de otros valores que reclamen el triunfo de la vida social, del altruismo y de la redistribución de los recursos frente a la propiedad y al consumo ilimitado. Hay que reivindicar, en paralelo, el ocio frente al trabajo obsesivo, como hay que postular el reparto del trabajo, una vieja práctica sindical que, por desgracia, fue cayendo en el olvido. Otras exigencias ineludibles nos hablan de la necesidad de reducir las dimensiones de las infraestructuras productivas, administrativas y de transporte, y de primar lo local frente a lo global en un escenario marcado, en suma, por la sobriedad y la simplicidad voluntaria.
Hablando en plata, lo primero que las sociedades opulentas deben tomar en consideración es la conveniencia de cerrar -o al menos de reducir sensiblemente la actividad correspondiente- muchos de los complejos fabriles hoy existentes. Estamos pensando, cómo no, en la industria militar, en la automovilística, en la de la aviación y en buena parte de la de la construcción. Los millones de trabajadores que, de resultas, perderían sus empleos deberían encontrar acomodo a través de dos grandes cauces. Si el primero lo aportaría el desarrollo ingente de actividades en los ámbitos relacionados con la satisfacción de las necesidades sociales y medioambientales, el segundo llegaría de la mano del reparto del trabajo en los sectores económicos tradicionales que sobrevivirían. Importa subrayar que en este caso la reducción de la jornada laboral bien podría llevar aparejada, por qué no, reducciones salariales, siempre y cuando éstas, claro, no lo fueran en provecho de los beneficios empresariales. Al fin y al cabo, la ganancia de nivel de vida que se derivaría de trabajar menos, y de disfrutar de mejores servicios sociales y de un entorno más limpio y menos agresivo, se sumaría a la derivada de la asunción plena de la conveniencia de consumir, también, menos, con la consiguiente reducción de necesidades en lo que a ingresos se refiere. No es preciso agregar -parece- que las reducciones salariales que nos ocupan no afectarían, naturalmente, a quienes menos tienen.
El decrecimiento no implicaría, para la mayoría de los habitantes, un deterioro de sus condiciones de vida. Antes bien, debe acarrear mejoras sustanciales como las vinculadas con la redistribución de los recursos, la creación de nuevos sectores, la preservación del medio ambiente, el bienestar de las generaciones futuras, la salud de los ciudadanos, las condiciones del trabajo asalariado o el crecimiento relacional en sociedades en las que el tiempo de trabajo se reducirá sensiblemente.
Al margen de lo anterior, conviene subrayar que en el mundo rico se hacen valer elementos -así, la presencia de infraestructuras en muchos ámbitos, la satisfacción de necesidades elementales o el propio decrecimiento de la población- que facilitarían el tránsito a una sociedad distinta. Y es que hay que partir de la certeza de que, si no decrecemos voluntaria y racionalmente, tendremos que hacerlo obligados de resultas del hundimiento, antes o después, de la sinrazón económica y social que padecemos.

Carlos Taibo
Profesor de ciencia política UAM y colaborador de Bakeaz
Diario El Correo 12/03/2009

lunes, 29 de diciembre de 2008

Inocentada....lamentablemente no

La mañana amanece fría entre las noticias de un nuevo estallido de violencia en oriente medio. Como viene siendo habitual, la maquina Israelí responde desproporcionada e injustificadamente contra objetivos palestinos en la franja de Gaza; supuestamente en defensa ante la rotura del alto el fuego por parte de hamás. Impotente, no puedo dejar de llorar por tantas y tantas víctimas inocentes. Una estrategia de guerra que NUNCA es justificable, de balas contra piedras.

28 diciembre, fiesta de los santos inocentes....por más que me froto los ojos y los vuelvo a abrir deseando que todo sea una macabra inocentada, una horrible pesadilla, la realidad de los datos me devuelve a la cruda realidad según voy escuchando las distintas crónicas.

La sin razón tiñe de nuevo de sangre Gaza, el fanatismo y falso orgullo de hamás unido al genocidio palestino continúa sin pausa hora tras hora, mientras Occidente mira hacia otro lado pero vende armamento a Israel y lo protege. Yo ya tengo deseo y petición para el año nuevo, pero no se porqué me da que me quedaré otra vez sin ella...

Como decía José Martí "Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio" NO A LA GUERRA!

sábado, 20 de diciembre de 2008

Idealismo en tiempos de crisis

Navegando por el mundo, nos llegan noticias de una posible crisis financiera mundial... Es sorprendente como podemos comprobar que muchas de la creencias grabadas a sangre y fuego en la clase dirigente mundial, y en gran parte de la población de este pequeño planeta se desmoronan como chocolate entre los dedos de un niño.

Los pensamientos neoliberales que instalaban como principios intocables la omnipotencia del mercado y su mano invisible para la regulación de la economía, y la necesidad de retirar las sucias manos del estado en pro de un mayor y mejor desarrollo...quedan tocados de muerte a la luz de los acontecimientos que conocemos desde hace ya un tiempo.
No puede pasarnos otra vez, no puede ser que otra vez dejemos en manos de una pocas fortunas y grandes empresas el destino y sentido de la sociedad actual. Olvidémonos de la wii, el fútbol y los regalitos de reyes...lo que durante estos días estamos viviendo serán sin duda momentos históricos y que estos momentos sean recordados con orgullo o vergüenza dependerá de la actitud, compromiso e implicación de cada uno de nosotros de contribuir a un cambio de modelo de desarrollo más justo, socialmente responsable y respetuoso con el medio ambiente.

La historia no ha juzgado como debe a los idealistas, en pro de un pragmatismo rancio que no persigue nada más que mantener el status quo y anestesiar a las masas. Necesitamos idealistas, que lideren un cambio necesario, una nueva forma de relacionarnos, producir y consumir...como dijo allende horas antes de ser asesinado: "Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor".

viernes, 12 de diciembre de 2008

Inspiración para zarpar

2 caras de una misma moneda: Un buen amigo hace tiempo me descubrio lo que para mi fue una pequeña revolución sobre el tiempo: Para los antiguos griegos, el manejo del tiempo se dividía en dos, Kronos y Kairos. Kronos es el tiempo que se mide con el reloj y se anota en la agenda (cantidad). Kairos es el tiempo sin medida, momentos de celebración, descanso, inspiración, sin prisas, más qué y menos cuándo (calidad).

Mientras el Kronos dispersa, es un consumidor de energía de vida, el corazón humano necesita el tiempo Kairos para recuperarse, reunirse y rehacerse. El Kairos nos invita salir de nosotros mismos y nos da salud, nos da vida. Es el tiempo no programado, imprevisto, del día libre, de vacaciones, y de silencio. Es un espacio propio y placentero en la cotidianidad.

Toda la vida es una tensión entre Kronos y Kairos, una tensión que le da sentido... no te dejes dominar por el Kronos y busca el Kairos! yo comienzo el viaje, ¿me acompañas?

DestinoKairos ©Template Blogger Green by Dicas Blogger.

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